Letra I

Inteligencia Emocional

Te explicaremos que es la Inteligencia Emocional y por qué es una de las ideas críticas para comprender el porte de la psicología.

Nos estamos refiriendo a una construcción que nos ayuda a ver cómo podemos impactar de manera versátil e inteligente tanto nuestros sentimientos como nuestra traducción de las condiciones de los demás.

Esta parte de la medida mental del ser humano tiene un trabajo importante tanto en nuestro método de relacionarnos como en las metodologías de transformación al clima que seguimos.

¿En que consiste?

Los sentimientos asumen un papel crucial en nuestro día a día. Si contemplamos la importancia de nuestros sentimientos en nuestro día a día, comprenderemos rápidamente que hay numerosos acontecimientos en los que influyen en nuestra vida, aunque no lo entendamos. Podríamos preguntarnos:

  • ¿Compré mi vehículo haciendo cálculos sobre el beneficio y lo contrasté con otros modelos y marcas?
  • ¿Escogí a mi pareja porque era, la opción más idónea?
  • ¿Es mi trabajo el que me ofrece la mejor compensación?

Una gran parte de nuestras elecciones se ven afectadas en mayor o menor medida por los sentimientos. Teniendo en cuenta esta realidad, es importante que las personas tengan un orden de sus características emocionales, sin embargo algunos tienen más estabilidad que otros.

También es interesante la baja relación entre los conocimientos tradicionales (más relacionados con la ejecución coherente y perspicaz) y la Inteligencia Emocional.

Sirve comprender lo importante que es centrarse más en este tipo de habilidades emocionales, que pueden comprobar nuestra vida y nuestra felicidad tanto o más que nuestra capacidad de obtener una puntuación alta en un examen de conocimientos habitual. Para ello es imprescindible extenderse en la Inteligencia Emocional.

Pasos para ser una persona con Inteligencia Emocional

1. Tener conocimiento y aceptación de las emociones

Esto alude a la observación interna con el fin de obtener información sobre nuestros propios sentimientos y sensaciones y cómo nos impactan. Es imprescindible percibir qué significan nuestros temperamentos para nuestra conducta, cuáles son nuestras capacidades y cuáles nuestros defectos. Muchos individuos se sorprenden de lo poco que piensan de sí mismos.

Independientemente de que estemos excesivamente alegres y enérgicos, o lamentables y melancólicos, las elecciones que provocamos serán intercedidas por la cordura impotente.

En consecuencia, lo ideal es quedarse pensar un par de horas, o días, hasta que volvamos a tener una perspectiva suelta y tranquila, con la que será más sencillo evaluar la circunstancia y decantarse por elecciones bastante más objetivas.

2. Discreción emocional (o autodirección)

La discreción emocional nos permite reflexionar y controlar nuestros sentimientos o sensaciones, para no dejarnos desviar por ellos indiscriminadamente. Consiste en darse cuenta de cómo reconocer los elementos emocionales, darse cuenta de cuáles son fugaces y cuáles duraderos.

Así como controlar qué partes de un sentimiento podemos explotar y cómo podemos identificarnos con el clima para disminuir la fuerza de otro sentimiento que nos perjudica más de lo que nos beneficia.

Por poner un modelo, que estallemos con nuestra pareja, estaríamos actuando persistentemente de forma indigna o indiscreta, y después lo pensaríamos dos veces.

Por así decirlo, una pieza decente de la pauta del sentimiento es darse cuenta de cómo manejar nuestro punto focal de consideración para que no nos traicione y nos perjudique.

Se ha visto que el límite con respecto a la discreción está firmemente conectado con la capacidad de utilizar el lenguaje: en muchos aspectos, darse cuenta de cómo tratar adecuadamente los sentimientos depende de descubrir relatos que nos permitan centrarnos en objetivos a largo plazo en lugar de otros que tengan que ver con rendirse a motivaciones rápidas.

Esto encaja con el modo en que la Inteligencia Emocional imparte mucho de la Inteligencia Verbal; como se ha visto al investigar las puntuaciones de las pruebas de perspicacia de numerosas personas, ambos desarrollos mentales abarcan mucho.

3. Motívate

Centrar los sentimientos hacia los destinos y objetivos nos permite mantener la inspiración y definir nuestra consideración en los objetivos más que en los obstáculos.

Un nivel específico de buena fe y empuje es fundamental en este factor, por lo que necesitamos estimar ser proactivos y actuar con constancia y decisión a pesar de las ocasiones inesperadas.

Gracias a la capacidad de animarnos a llegar a los objetivos que normalmente realizamos que nos benefician, podemos dejar atrás los obstáculos que sólo se basan en la propensión o el temor inadecuado a lo que pueda ocurrir.

Además, la Inteligencia Emocional incorpora nuestra capacidad de no rendirnos ante objetivos momentáneos que puedan eclipsar los destinos a largo plazo, a pesar de que estos últimos serían sustancialmente más significativos que los anteriores en el caso de que se nos ofrecieran además por el momento (proyectos anhelados, planes para adquirir una tonelada de participación, etc.)

4. Reconocimiento de los sentimientos de los demás

Las conexiones con otras personas dependen de la correcta comprensión de las señales que los demás expresan de forma involuntaria, y que regularmente se descargan de forma no verbal.

Identificar los sentimientos y las sensaciones de los demás, que pueden comunicarse mediante signos no estrictamente etimológicos (un movimiento, una respuesta fisiológica, un espasmo), puede ayudarnos a establecer valores más cercanos y duraderos con los individuos con los que nos identificamos.

Además, percibir los sentimientos y las sensaciones de los demás es el paso inicial para comprender y relacionarse con los individuos que los expresan. Una conexión decente con los demás es un punto fundamental para nuestra propia felicidad e incluso, por regla general, para una gran ejecución del trabajo.

Este tipo de conocimiento se identifica firmemente con la Inteligencia Verbal, por lo que, hasta cierto punto, se cubren mutuamente. Esto puede deberse a que casi la experiencia de los sentimientos está intervenida por nuestras conexiones sociales, y por nuestro método de comprensión de lo que dicen los demás.

Por lo tanto, gracias a la Inteligencia Emocional vamos más allá de contemplar cómo nos afectan los demás, y además consideramos que cualquier colaboración entre individuos se produce un entorno bueno.

Así pues, la Inteligencia Emocional nos ayuda a considerar las causas que han desencadenado que los demás lleven a cabo lo que nos hace sentir de una manera específica, en lugar de empezar por ponderar cómo nos sentimos y después elegir cómo vamos a responder a lo que los demás dicen o hacen.

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