Indiferencia es una palabra que deriva del latín y que denota rechazo o falta de interés hacia un objeto, persona o asunto.
Muchas veces las personas indiferentes no tienen calificación ni de negativas ni de positivas, simplemente zona sí y usualmente así mismo son tratadas.
Una persona puede llegar a ser indiferente todo el tiempo o puede manifestar indiferencia por alguno tema determinado. Se trata de ni querer ni odiar, simplemente no tomar en cuenta.
Si se hablase de una persona apática, podría decirse que esta misma persona tiene algún tipo de problema psicológico o de intercambio social.
La persona es casi siempre fría, no se interesa por nada, nadie despierta s interés y es poca cosa el entorno y quienes lo habiten.
Quienes aplican la indiferencia
Esperamos siempre que el ser humanos sea empático con el medio que lo rodea. Inclusive, en la nueva era, empatía es una palabra que se ha puesto muy de moda. No es que sea nueva, es que se ha perdido un poco su utilidad.
Siendo empático dejas de ser completamente indiferente. Sin tener que esmerarte mucho puedes tomar en cuenta algunas cosas que estén frente a ti y reaccionar.
Existen personas que sin ser indiferentes actúan de esa manera para no verse lastimadas ante alguna situación o frente algunas personas. Reaccionan de esa manera para protegerse y evitar ser heridas.
Para algunos expertos existen personas que utilizan la indiferencia de la siguiente forma:
- Personas que le temen al dolor de sufrir decepcionen al no ser correspondidas con cariño o amor. El temor al rechazo hace de ellas personas indiferentes y sin ningún interés al contacto.
- Personas que sufren de algún tipo de complejos y tienden a estar a la defensiva ante gestos de rechazos, menosprecios, gestos de indiferencia por parte de los demás y hasta para evitar ser juzgados.
- Adolescentes que no permiten que intervengan en su día a día. Crean una barrera de acercamiento que se presenta como una indiferencia sistemática y muy bien estudiada para perder las llamadas de atención y hasta la mucha atención cariñosa de sus padres.
- Personas que prefieren mantenerse al margen, sin actuar. Aparentan que no tienen creencias no motivación más que con ellos mismos.
El dolor de la indiferencia
Si hay que duele mientras interactuamos en la vida cotidiana, es la indiferencia. Muchas veces se hace que no importa y hasta se responde con más indiferencia pero, la esta no dejó de doler y por doler se encarga el instinto de responder.
En algunas relaciones amorosas, se repite constantemente que mucho mejor saber que se odia a la otra y no que se les indiferente. Y esto se debe a que si para la otra persona se es indiferente significa que ya no importa y es como si no existiera.
Ser indiferentes no siempre es una buena respuesta humana. Es como dejar de sentir, y dejar de sentir no es un estado permanente, siempre habrá algo que despierte en los seres humanos algún estímulo y es ahí cuando se deja de ser indiferente.
La indiferencia duele, Duele en el amor, duele a los padres, duele a los hijos, duele a la familia y duele a los amigos.
En muchas oportunidades se finge indiferencia, es un arte que se ha perfeccionado en los seres humanos y que sabe hacer muy bien, pero nunca se sabe las consecuencia que esa indiferencia traerá consigo y cuanto puede dolerle al otro.
Es mucho mejor recibir alguna mala palabra, algún mal gesto y hasta una terrible mirada que recibir los hombros encogidos o una de esas miradas compasivas que dicen sin hablar, que ya no importa para nada lo que hagamos.
Enfrentar la indiferencia
Cuando nos enfrentamos a alguien indiferente se crea un estado de confusión y angustia insoportables. Muchas veces se puede fingir que este estado está sucediendo, pero a quien no podemos engañar es a nuestro cuerpo.
Recibir indiferencia causa la caída de nuestra autoestima y es muy fácil caer en la depresión.
Lo mejor que se puede hacer es enfrentarla, intentar un acercamiento y conocer las razones de la actitud que la otra persona está manifestando.
Lo más probable es que la respuesta no sé inmediatamente pero conviene tener paciencia, no es bueno desesperarse. Llegará un momento de reflexión para la otra persona y entonces cederá y explicará su comportamiento.
Si la persona que se muestra indiferente no cambia su actitud lo mejor es dejarlo pasar, obsesionarse con lo que está sucediendo no traerá nada bueno y lo único que ocasionará serán momentos desagradables.
De todo hay que aprender en la vida. Y la indiferencia es una clase dolorosa pero de la que también se aprende. Se aprende a dejar ir, a dejar atrás y a superar los momentos de dolor causados.
De esa manera la felicidad llegará de otro lado, amorosamente, amistosamente, laboralmente y hasta familiarmente.
Muchos apoyan que ser indiferente es perder la humanidad. Es importante que aprendamos a no ser como los otros y mantengamos nuestra empatía.
Aparecerán otras personas. Pasarán de largo los indiferentes y sorpresivamente otras personas tomarán su lugar y llenaran el espacio vacío. Si aprendes algo de esto, te será más fácil ser feliz y enfrentar al mundo.
La indiferencia como defensa
La indiferencia sirve de mucho para evitar dolorosos momentos y encuentros. Es un mecanismo de defensa del cual se llega a aferrar una persona para evitar decepciones en la vida.
Prefiere mantenerse al margen, a no esperar nada de nadie, de esa manera crea una barrera y puede estar en paz.
De esa manera se sorprende realmente de las cosas buenas, no as esperaba de nadie, no le importaba que llegara o por lo menos eso quiere creer.
Este estilo de actitud indiferente recibe a todas las cosas que suceden con un poco de resignación. Si es bueno, está bien; si es negativo pues se aprende y ya.
Podría ser agotador pero muchos se acostumbran a este modo de vivir y les da resultado. Ignoran los acontecimientos de la calle a su paso. A las personas en el tráfico, a los que se topan con ellos llegando a su hogar.